La gig economy se viene con todo

Apr 16, 2025Por Marcelo Roich
Marcelo Roich

Hace tiempo que la economía de plataformas y el trabajo independiente dejaron de ser una tendencia marginal. 

Hoy, la gig economy (economía de pequeños encargos o por proyectos) está transformando el mundo laboral a una velocidad sin precedentes. Freelancers, trabajadores por encargo, consultores on-demand, creadores de contenido, repartidores, desarrolladores independientes... la lista crece día a día.

¿Qué es la gig economy?

Es un modelo basado en el trabajo por proyectos o tareas puntuales, en lugar del empleo tradicional de tiempo completo. Aunque el fenómeno no es nuevo (los freelancers existen hace décadas), su explosión reciente está vinculada a tres factores clave:

Digitalización acelerada: plataformas como Upwork, Uber, Fiverr o Workana conectan talento con demanda global en segundos.
Cambio de mentalidad laboral: nuevas generaciones priorizan la flexibilidad, la autonomía y el propósito sobre la estabilidad tradicional.
Crisis económicas y reconversión laboral: en tiempos de incertidumbre, muchas personas ven en el trabajo independiente una vía más rápida para generar ingresos.
Un cambio estructural, no coyuntural

Según un estudio de Mastercard, se estima que la gig economy global moverá más de $450.000 millones de dólares en 2025. En América Latina, el crecimiento anual promedio supera el 15%. 

La pandemia fue un acelerador: millones de trabajadores descubrieron (o se vieron obligados a descubrir) nuevas formas de generar ingresos, desde el delivery hasta el desarrollo de software freelance.

Pero no se trata solo de sectores de bajos ingresos. Profesionales altamente calificados están abandonando el empleo tradicional para ofrecer sus servicios como consultores, mentores o creadores de contenido. Las empresas también están contratando más talento on demand, para reducir costos fijos y acceder a especialistas por proyecto.

Oportunidades y riesgos

Para los trabajadores, la gig economy ofrece libertad geográfica, horarios flexibles y posibilidad de diversificación de ingresos. Pero también implica desafíos: falta de seguridad social, ingresos inestables y ausencia de protección laboral.

Para las empresas, representa una oportunidad para innovar en sus modelos de contratación, atraer talento global y adaptarse más rápido al cambio. El reto será construir relaciones de largo plazo con profesionales independientes y generar entornos colaborativos sin los marcos tradicionales.

Para los gobiernos y las instituciones, la irrupción de este modelo plantea una pregunta urgente: ¿cómo regular (si se puede) un mercado que se mueve fuera de los esquemas tradicionales? ¿Cómo asegurar (también, si se puede) derechos laborales en un mundo hiperflexible?

¿Estamos preparados?

La gig economy no es una moda, es una reconfiguración profunda del sistema laboral. Las reglas del juego están cambiando. Y como toda transformación, traerá ganadores y perdedores.

Adaptarse será clave: tanto para profesionales que busquen diferenciarse en un mercado globalizado, como para organizaciones que quieran seguir siendo competitivas en un entorno dinámico.

Lo que es seguro es que la gig economy ya se vino con todo. Y quienes entiendan cómo aprovecharla, marcarán la diferencia en los próximos años.